viernes, 20 de noviembre de 2009

el efecto boomerang

Los primeros días de noviembre del 2009 sorprendieron a los Estados Unidos y al mundo entero. El Mayor Nidal Malik Hasan, psiquiatra asimilado al ejército, abrió fuego en una de las bases militares más grandes e importantes, la de Fort Hood (Texas). Hirió cerca de 40 y mató 14 soldados. Mucho se ha dicho de la vinculación de Malik Hasan con elementos radicales musulmanes, y que el ataque fue una respuesta del mundo árabe a las acciones estadounidenses en Medio Oriente. A través del “adoctrinamiento” de un elemento árabe-descendiente en territorio estadounidense, Irak, Afganistán, Osama Bin Laden y demás demonios mediáticos del imaginario popular gringo, tomaban represalias en contra del pueblo norteamericano.


Esta teoría tendría mucha validez de no ser por dos hechos irrefutables: el incremento récord del número de suicidios de soldados norteamericanos reportados últimamente por el Pentágono, y los acontecimientos en Fort Carson (Colorado), otra base militar, recientemente denunciados en la revista Rolling Stone. Según las conservadoras cifras proporcionadas por el Pentágono, son 140 soldados activos los que se han suicidado en lo que va del 2009, y 71 dentro de las reservas y la Guardia Nacional. Esto es todo un récord, considerando que en el 2008, fueron 197 entre activos y reservistas. Además son cada vez más aquellos que caen en profundas adicciones al alcohol y a las drogas tras regresar. Fort Carson (Colorado), la tercera base militar de los Estados Unidos ha sido escenario de 11 asesinatos desde el 2005. Han sido 14 efectivos del ejército condenados por éstos crímenes. Todos ellos retornaron de Irak.


La guerra es un gran negocio. Existe un monstruoso desembolso de dinero por parte de Estados Unidos en tanques, aviones, naves, armas, sueldos, combustible, pertrechos, comunicaciones, víveres, equipos, vestimenta, etc. Son muchas las empresas que se benefician con éstos contratos millonarios, las mismas que compran congresistas en Washington para que apoyen intervenciones bélicas y justificar así la compra de equipos y armamentos. Son esos mismos congresistas los que niegan ser entrevistados por el cineasta Michael Moore cuando se les pregunta por qué ninguno tiene hijos luchando en Irak o Afganistán.

Recomendamos la película Stop Loss, acerca de un grupo de soldados que regresan de Medio Oriente y que luego de algunas semanas vuelven a ser llamados. Uno de ellos intenta desertar y busca huir a México o Canadá. Se produce así un enfrentamiento entre dos grandes amigos: el que está de acuerdo y el que huye, mientras otro prefiere quitarse la vida antes de volver.

Mucho ha hecho Estados Unidos después de Vietnam en los medios de comunicación, por evitar que la crudas imágenes de la guerra lleguen a territorio norteamericano. Sin embargo, ahora parece que sus funestas consecuencias se reproducen en casa sin mayor control. Nos preguntamos si la opinión pública norteamericana tendrá nuevamente la fuerza suficiente para presionar a las Fuerzas Armadas y al Congreso a fin de buscar un eventual retiro de tropas de Medio Oriente.

martes, 3 de noviembre de 2009

arde el VRAE

Mientras Lima (Perú) vive pendiente de cuál será el próximo artista internacional en llegar al aeropuerto Jorge Chávez, mientras la capital sigue masivamente “El Show de los Sueños” y demás telebasura farandulera de Chollywood, hay un cáncer que avanza por allá por la sierra sur, amenazando con extenderse por las tres regiones. Varios programas periodísticos han desnudado ya el problema y dado la voz de alarma. La opinión pública peruana todavía no lo siente cercano. Trágicamente, aún es percibido como un problema menor, una insignificante piedrecita en el zapato. Y ése es precisamente el más grande error y peligro: el subestimar el tema y dejarlo empeorar hasta que sea demasiado grave.


Muy posiblemente son intereses electorales los que mantienen al partido de gobierno de brazos cruzados. No hay voluntad política para afrontar el problema. No quieren enfrascarse en un asunto de prolongada lucha y esquiva solución que disminuya sus méritos, y por tanto, comprometer resultados electorales para el 2010. Muchas son las demandas sociales que quedarán pendientes luego de terminado el gobierno de García, y el asunto del VRAE (Vertiente de los Ríos Apurímac y Ene) es uno de los más espinosos. En lo que va del año, Sendero Luminoso del VRAE, ha cobrado la vida de 55 efectivos policiales y de las Fuerzas Armadas, ha derribado dos helicópteros y está conformado por 150 hombres con armamento cada vez más sofisticado. Se trata de una guerra declarada en donde habrán muchas batallas por ganar y perder. En términos políticos, esto cuesta muchísimos votos. Múltiples opiniones autorizadas coinciden ya, en que el régimen aprista está dejándole bombas de tiempo al próximo gobierno.


Los movimientos subversivos en cualquier país, son la respuesta nacionalista-extremista a un gobierno que vive de espaldas a una población, que los excluye, que los ha olvidado históricamente, y que por el contrario, ha abusado de ellos haciéndolos cada vez más indigentes. Hemos visto agudizarse el fenómeno subversivo durante la crisis económica en el Perú de los ochenta, donde las comunidades campesinas se ahogaban en la miseria, constituyendo caldo de cultivo perfecto para la rebelión. Sin embargo, el Perú ha crecido económicamente durante los últimos cinco años y Sendero rebrota en el VRAE. ¿Que es lo que está pasando? La respuesta se llama narcotráfico.





El VRAE es la frontera entre los departamentos peruanos de Ayacucho, Huancavelica y Junín. Aquí, hace un par de años, un remanente de Sendero Luminoso, sanguinario grupo rebelde responsable de la muerte de 30,000 peruanos, rebrota con el abono de los dólares del narcotráfico. Los cárteles mexicanos, principalmente el de Sinaloa, amplían sus operaciones en el Perú tras el éxito del gobierno de Uribe en disminuir las hectáreas cultivadas de coca en territorio colombiano. El Sendero de hoy es perro guardián a sueldo de los cárteles internacionales de la droga. La siembra de cocales se ha incrementado en el Perú. Lejos de seguir siendo productor de materia prima como en el pasado, el Perú ahora refina PBC (Pasta Básica de Cocaína) y produce cocaína de alta pureza que se exporta por diferentes rutas hacia Estados Unidos y Europa. El narcotráfico por sí mismo es un problema que no necesita ir de la mano de movimiento subversivo alguno. Se trata de bandas criminales que operan con armas de fuego y llevan a cabo ajustes de cuentas de manera permanente, llegando inclusive a desestabilizar todo un país a través de la violencia, como viene sucediendo hace algunos años en México. El narcotráfico también compra influencias en los diferentes poderes del Estado, corrompe el sistema, extorsiona y destruye iniciativas ciudadanas para buscar alternativas de progreso común.



García sabe que se enfrenta a grupos internacionales muy poderosos en territorio peruano y no quiere involucrarse. Sería un pésimo negocio político. Ya casi de salida, busca no complicarse la vida convirtiéndose en enemigo (blanco) de la mafia de la droga. Hasta podría decirse que existe la consigna en los medios de comunicación complacientes, de evitar mencionar el tema del crecimiento de esta actividad ilícita.





El Perú se encuentra en un histórico cruce de caminos. A la derecha, el combate frontal, valiente, responsable y exitoso de la producción y comercialización ilícita drogas, algo espectacular como la derrota de Sendero Luminoso en los noventas. A la izquierda, la inacción y el nacimiento de un nuevo narco-estado que siga el camino de nuestro vecino Colombia hace algunos años, aderezado por el sabor pistolero y sanguinario de los mariachis. ¿Quién cogerá la papa caliente?