miércoles, 22 de septiembre de 2010

la paradoja del bienestar

La Paradoja es un fenómeno que parece contradecir el sentido común. Un concepto que aparentemente va en contra de la opinión general. Sin embargo, es también aquello que alienta a los técnicos y estudiosos a escarbar por la verdad y a mantener vivas varias disciplinas profesionales. Pero para el común de los mortales son lecciones de vida que vienen con los años y que algunos nos atrevemos a llamar sabiduría.


La lucha por el bienestar es tan antigua como el hombre, inclusive provendría del reino animal. Desde que por primera vez se juntaron un grupete de homínidos hace algunas decenas de miles de años en el continente africano, el proveer de alimento, abrigo y refugio para la tribu, era constante menester y determinaba la sobrevivencia de algunos y de otros no. Los varios miles de años de historia humana han demostrado que el bienestar de los pueblos viene y se va. Aparecen y desaparecen imperios y civilizaciones. Se expanden y se extinguen hegemonías y dinastías. La prosperidad y el auge es una de las dos caras de la moneda que a veces es cara pero que también puede ser sello.


Una nación, un grupo humano, en un determinado espacio-tiempo, con determinados valores de progreso se propone metas tangibles concretas, diseña las estrategias, alinea las fichas en el tablero y mantiene esta misma voluntad durante todo el proceso hasta alcanzar la tan deseada prosperidad. No tocaremos esta vez aspectos éticos que podrían incluir aplastar a otros grupos. Esa férrea voluntad de progreso de los pioneros, esa ciega determinación en las mentes y corazones de los que lucharon por crear algo donde no había nada, ese estado mental alimentado por un pasado de ausencias y limitaciones, empieza a diluirse al nacer el primer bebé de la siguiente generación.


Los descendientes han nacido sin carencias, gozando de comodidades, sin problemas de salud, con esa soberbia de estar por encima de otro grupos, sintiendo que el bienestar es omnipresente e implícito. No desarrollan una personalidad de lucha porque no han tenido que pasar penuria alguna para alcanzar lo que ahora tienen. Viven ignorando en su mayoría cómo eran las cosas unos años atrás y lo que costó llegar a donde han llegado. Lo vemos en China con la generación dorada que además son hijos únicos y el progreso económico de los últimos 20 años, lo vemos con los migrantes en Estados Unidos cuyos hijos no se rompieron el lomo limpiando inodoros, finalmente lo vemos en nuestros propios países con los migrantes que vienen del área rural a las ciudades en busca del anhelado progreso.


Si la mentalidad de lucha genera prosperidad y la prosperidad engendra generaciones sin voluntad de lucha, ¿el bienestar entonces engendra no bienestar? Ello explicaría por qué la prosperidad de las naciones y por ende el poder económico-político-militar en el mundo, va cambiando de manos inevitablemente a medida que los países alcanzan el éxito o caen en el fracaso.