domingo, 26 de agosto de 2012

méxico y el narcotráfico



México ha dejado de ser, hace varios años ya, el paraíso turístico de antaño. Para todos nosotros, pueblos hermanos hispano-americanos, es una herida abierta que no para de sangrar, una espantosa realidad que ha costado ya la vida de más de 50,000 mexicanos en los últimos 6 años. Esta violencia se ha extendido social y geográficamente a gran velocidad y, como sabemos, se origina de la pugna entre organizaciones dedicadas al narcotráfico. Sin embargo, es la corrupción la que ha ocasionado que todo se salga de control. Con autoridades que se venden por dólares manchados de coca y de sangre, el crimen no paga sino que se reproduce. Cuando el juez teme por su vida, no dictamina en contra del acusado. Políticos, jueces, Policía, Fuerzas Armadas: todos ellos comprados o extorsionados para desfigurar la ley al antojo del mafioso. Si no se encierra a los criminales, éstos continuarán con sus actividades ilícitas acumulando más dinero para expandir sus operaciones y así contratar cada vez un número mayor de criminales.

El papel de los Estados Unidos como el mayor consumidor de drogas del mundo, ha venido siendo, por decir lo menos, estratégicamente insuficiente. Una serie de escándalos en las últimas décadas han dejado al descubierto que a pesar de los cientos o miles de millones de dólares gastados en esta lucha que lleva varias décadas, el resultado es el fracaso. Simplemente no hay interés en derrotar al narcotráfico porque la lucha contra las drogas es un enorme negocio que asegura utilidades y prosperidad a costa del presupuesto del gobierno y de la población contribuyente. Muchas empresas que abastecen desde armas hasta aviones, uniformes, equipos de comunicaciones, cárceles privadas, pero sobretodo, políticos en Washington D. C., se llenan los bolsillos gracias a una guerra contra las drogas que se viene perdiendo hace más de 40 años de manera intencional.


Las consecuencias vienen siendo ya de proporciones apocalípticas para México, pues en muchas regiones el poder de éstas organizaciones ha sobrepasado al del gobierno. Es la soberanía misma de una nación la que está ahora en juego. El pueblo mexicano vive entre la frustración por los líderes políticos que no presentan resultados positivos, y el temor del crimen organizado dispuesto a cobrar cualquier vida que le plazca.

Desafortunadamente, no hay salida fácil fuera de este laberinto. Primero, debe existir una decisión política para enfrentar esta tragedia. En un país cuyos representantes son prácticamente rehenes del poder de facto del narcotráfico, tomar acciones en contra de aquellos, equivaldría a ponerse un fusil en la cabeza. Segundo, tomada tal decisión, debe escogerse el camino a seguir : ceñirse a un marco legal regido por convenciones internacionales o aplicar la “guerra sucia.” Siempre será altamente deseable una solución pacífica, organizada, humanitaria, consensual, político-social al asunto, pero la historia nos enseña a través de numerosos ejemplos, que el único camino efectivo para obtener resultados ha sido, desgraciadamente, la guerra sucia en contra de la guerra sucia.

En el caso peruano, los sanguinarios movimientos terroristas de los ochentas e inicios de los noventas, fueron casi erradicados por un poder en las sombras acaso más siniestro que los mismos Sendero Luminoso y el MRTA. Al asumir la presidencia del Perú, el Ing. Alberto Fujimori en 1990, encontró un país convulsionado por la violencia. Tomó entonces la decisión política, para bien o para mal, de enfrentar el problema tomando un camino tan brutal como ilegal. Vladimiro Montesinos, invisible asesor del Presidente, planeó y ejecutó asesinatos selectivos valiéndose de Escuadrones de Aniquilamiento en contra de las cabezas de tales movimientos subversivos. En las zonas rurales alejadas de las ciudades y del alcance del Estado, dichos grupos crecían y se mantenían vigentes casi sin control. Fue aquí donde el Ejército Peruano perpetró verdaderos genocidios en Comunidades Campesinas donde cientos de justos pagaron por algunos pecadores.

En Colombia, el gobierno de Alvaro Uribe, admirado por el mundo entero por el éxito obtenido en devolver la paz al país, en el 2006 enfrentó una grave crisis cuando se vinculó a muchos de los miembros del entorno presidencial con paramilitares antioqueños o ejércitos particulares responsables de asesinatos y exterminios extra-judiciales en contra de las fuerzas insurgentes. Asimismo, el Ejército Colombiano tuvo activa participación y responsabilidad en la creación de “falsos positivos”o asesinatos de gente inocente en comunidades pobres con el fin de presentarlos como terroristas abatidos en combate, mostrando así “grandes logros” en el proceso de pacificación. Políticos de oposición al gobierno de Uribe, de igual forma han sido amenazados de muerte abiertamente por los líderes paramilitares.

Las condiciones y el momento en que llegará una determinación política similar en México, son aún muy inciertas. Muy difícil predecir cuándo un líder político, arriesgando su vida y la de los suyos, decida darle la espalda a los mismos barones de la droga que financiaron su campaña hacia la presidencia. Mucho más difícil aún es pensar que el camino a seguir no viole las convenciones internacionales sobre derechos humanos si es que el supuesto régimen buscara obtener resultados concretos. Habrá de producirse, casi con toda seguridad entonces, un gigantesco y doloroso baño de sangre antes de poder respirar paz en tierras aztecas. Es también muy probable que aquel Presidente que logre pacificar el país, obtenga una popularidad de cifras astronómicas que le permita tentar el poder por segunda vez, como en el caso de Uribe y Fujimori. Pero la historia también nos enseña que aquél que goza de un poder absoluto e incuestionable, termina abusando de él.

jueves, 16 de agosto de 2012

¿Por qué los técnicos debemos leer más cuentos?


Sobre la versatilidad en el lenguaje y la precisión semántica que la poesía y la literatura podrían otorgar al tedioso vocabulario especializado.


El lenguaje técnico y el vocabulario científico cumplen la importante misión de comunicar de manera ordenada y sistemática, todos aquellos nuevos descubrimientos frutos del trabajo/estudio en la mayoría de campos del conocimiento humano. Se hace muy necesaria entonces la publicación de anuarios de investigación científica, boletines legales, revistas de normas tributarias, informes económicos-financieros, etc., que mantienen informada a una comunidad de profesionales especializados en tales materias y al público en general.

Pero, ¿qué tan efectivo es un documento en términos de transmitir información, cuando la palabra “tributación” está presente 72 veces en una monografía de 5 páginas? ¿Cuánta validez tiene realmente un informe técnico en donde 5 ó 6 vocablos se alternan obsesivamente uno tras otro, oración tras oración, párrafo tras párrafo?

Muchísimos documentos de similiar contenido, caen en el vicio de volverse una insufrible tortura para lectores propios y extraños, verdaderos trabalenguas indescifrables que hablan muy mal del nivel de preparación profesional de quien redacta. Ya sea por una auténtica carencia de recursos creativos, o por un olímpico desinterés en buscarlos y encontrarlos, ésta papelería así generada, rellena prácticamente cada rincón de nuestra vida cotidiana. Dichas publicaciones provocan confusión en el  lector, y hasta casi se podría decir que desinforman, pues un documento pobremente redactado puede ser capaz de dar a entender una idea diametralmente opuesta a la idea original. Alientan, asimismo, la creación de un mayor número de ellas, pues aparecen en revistas, boletines o anuarios de propiedad de instituciones y/o asociaciones reconocidas, obteniendo así aparente legitimidad que termina siendo tomada como norma por otros autores.

La literatura y la poesía no son un invento de la ingeniería o de las matemáticas, no nacieron en un laboratorio de química o microbiología, jamás buscaron transmitir un contenido bajo la consigna casi castrense del rigor científico, sino todo lo contrario. Cada línea, cada frase, encierra un sentir o una apreciación, un punto de vista personal basado en nuestros amores y desamores, en nuestras simpatías y antipatías, en nuestras frustraciones y temores, en nuestras ilusiones y desengaños, en nuestros deseos e inquietudes. El vocabulario y estilo de redacción que escogemos al hacer esto, es muy diferente al que encontramos, por ejemplo, en la revista mensual “Avances en Neurobiología”. El repertorio de vocablos aquí es mucho mayor, es posible inclusive percibir el estado de ánimo del poeta o del  escritor a través de la puntuación y algunas otras licencias literarias. En suma, hay un espacio mucho mayor para la creatividad tanto en vocabulario como en originalidad de la composición.


Es de ésta manera pues que los grandes pensadores de todos los tiempos han sido capaces de hacernos llegar ideas magistrales de una manera clara y sencilla. Han manipulado con facilidad complejos conceptos de engorrosa explicación, empleando con éxito vocabulario y otros recursos expresivos comunes a todos nosotros. Creemos entonces haber dejado en claro lo esencial que resulta el correcto manejo del lenguaje y lo importante que es el cultivar la versatilidad en nuestro discurso hablado y/o escrito. Esto sólo puede ser posible a través del permanente interés por ampliar nuestro arsenal de recursos con  nuevos y viejos elementos de nuestro idioma; perpetuos visitantes de aquellas inagotables canteras  llamadas Poesía y Literatura.