lunes, 3 de diciembre de 2012

Lo que la Ciencia quiere saber

Stuart Firestein – Neurobiólogo. Vocero del Dpto. de Biología de la Universidad de Columbia. Autor del Libro; “La Ignorancia: Cómo conduce a la Ciencia”

Publicado el 28 de marzo del 2012 – Scientific American Magazine

 

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La mayoría de los eruditos estan de acuerdo en que Isaac Newton, mientras formulaba la ley de la Fuerza de Gravedad e inventaba el cálculo a finales de los años 1600s, poseía probablemente todo el conocimiento científico disponible en ese entonces. Duarante los 350 años siguientes, se publicaron 50 millones de documentos de investigación e innumerables libros en Ciencias Naturales y Matemáticas. El estudiante de Secundaria en la actualidad, probablemente posee un mayor conocimiento científico que Newton, sin embargo, para muchos, la ciencia continúa siendo una impenetrable pila de información.

Los científicos unidireccionales han intentado hacer frente a esta montaña especializándose cada vez más pero con limitado éxito. Como Biólogo que soy, yo no podría escribir más de dos oraciones en un documento sobre Física. Incluso los documentos en Inmunología o Biología Celular me desconciertan. Hasta monografías dentro de mi mismo campo: Neurobiología. Día tras día, el área donde soy experto, pareciera volverse más angosta. Así que los científicos han tenido que idear otra estrategia para enfrentar a dicha montaña de información: la ignoramos olímpicamente.

Esto no debería sorprendernos. Por supuesto, usted tiene que saber mucho para ser científico, pero el saber mucho no es lo que hace a un científico. Lo que hace a hace un científico es la ignorancia. Esto puede sonar ridículo, pero para los científicos cada nuevo hecho descubierto es simplemente un punto de partida. En ciencia, cada nuevo descubrimiento plantea 10 nuevas preguntas, tal como declaró sarcásticamente el dramaturgo George Bernard Shaw a Albert Einstein con motivo de un brindis.

Según este cálculo entonces, la ignorancia crecerá siempre más rápidamente que el conocimiento. Los científicos y la gente común estarían de acuerdo en que para todo aquello que hemos llegado a descubrir, existe muchísimo más que desconocemos. Pero lo más importante, es que a diario hay mucho más que sabemos que desconocemos. Una crucial consecuencia del conocimiento científico es la de generar nuevas y mejores maneras de ser ignorante: no la clase de ignorancia que se asocia a una carencia de curiosidad o educación, sino de una ignorancia cultivada y de alta calidad. Esto es la esencia de lo que lo hacen los científicos: distinciones entre tipos y categorías de ignorancia. Lo hacen en en las solicitudes de fondos para investigación y también tomándose algunas cervezas en amenas reuniones. Como dijo Clerk Maxwell, probablemente el físico más grande entre Newton y Einstein, la ignorancia profundamente consciente, es el preludio de cada avance importante en el conocimiento.

Esta perspectiva de la ciencia - el hecho que las preguntas sean más importantes que las respuestas - debería servirnos como un alivio. Esto vuelve a la ciencia mucho menos amenazante y mucho más amistosa y hasta divertida. La ciencia se convierte en una serie de rompecabezas elegantes y de rompecabezas dentro de otros rompecabezas - ¿y a quién no le gustan los rompecabezas? Las preguntas son también más accesibles y a menudo más interesantes que las respuestas. Las respuestas tienden a ser el final del proceso, mientras que las preguntas te mantienen en el meollo de las cosas.

Yo mismo no puedo disertar mucho sobre Inmunología a pesar de ostentar un lujoso Doctorado, pero lo más maravilloso es que muchos inmunólogos tampoco pueden- ya nunca más, nadie puede saberlo todo. Puedo, sin embargo, entender las preguntas que alimentan la investigación en inmunología. Y a pesar de que no pretendo entender mucho sobre Física Cuántica, puedo lograr entender cómo surgen las preguntas en ese campo y por qué son fundamentales. Enfatizar nuestra ignorancia es inclusivo; hace que todos nos sintamos iguales, de la misma manera que la infinidad del espacio nos reduce a todos a la misma estatura.

En los últimos años, esta visión de la ciencia ha ocupado un asiento trasero en el pensamiento colectivo, frente a la visión acumulativa de la ciencia- esto es, una montaña de información tan grande que ni siquiera guardamos la esperanza de poder conquistarla. Pero si los científicos hablaran de las preguntas en vez de aburrirnos de muerte con toneladas de jerga científica, y si los medios no sólo informaran sobre los nuevos descubrimientos sino también sobre las preguntas que se han contestado y los nuevos rompecabezas que se van generando, y si los educadores dejaran de ilustrar con hechos que ya están disponibles hace tiempo en Wikipedia, entonces puede ser que encontremos a un público nuevamente comprometido en esta gran aventura que lleva ya 15 generaciones.

Así que, si usted conversa con un científico, no le pregunte sobre aquello que sabe, pregúntele lo que desea saber. Es un tema de conversación mucho mejor para ambos.