Después de cada trágico
episodio de sangre y dolor, la opinión pública norteamericana, incapaz de darse
cuenta del verdadero problema, busca responsabilidad de estas carnicerías en
individuos aislados. Las agencias de noticias llaman “psicópatas” o “sujetos
desequilibrados” a los culpables de tales masacres y es bastante probable que
terminen sus días siendo ejecutados.
Pero, a diferencia de los
detectives a cargo de investigaciones criminales, quienes buscan sacar
conclusiones en base a evidencia similar entre uno y otro caso, los medios se
rehusan histórica y sistemáticamente a atar cabos e identificar las razones de
fondo de conductas tan destructivas para la sociedad estadounidense. Como si se
hubiese adoctrinado o adormecido a una nación entera, ningún periódico, revista
o canal televisivo se atreve a zambullirse en las turbias aguas del periodismo
de investigación comprometido con la verdad. Aquellos “Reportajes Especiales”
dedicados íntegramente a estos asuntos, se limitan simplemente a presentar los hechos
o a confeccionar una lista de los casos más notables de los últimos años.
La máxima ambición de todo
ser humano es la felicidad. Cuando la existencia propia se convierte en un
callejón de sufrimiento sin salida, el individuo deja de valorar su vida y la
de los demás. Cuando los efectos de este daño han sido profundos y permanentes,
tenemos entonces a toda una población al borde del abismo psicopatológico.
Algunos presentarán cuadros menos severos que otros, pero todos habitan dentro
del mismo manicomio llamado capitalismo salvaje.
El Sistema discrimina a las
minorías, se burla de la gente con sobrepeso y de las limitaciones de los
ancianos. Esto engendra frustración, baja autoestima y resentimiento, y
comienza en las escuelas bajo el nombre de BULLYING.
El Sistema valora el
consumo excesivo, el apego a lo material y admira al poder económico. Aparece
así la envidia, frustración, resentimiento y en algunos casos el odio del resto
de la población que no tiene las mismas posibilidades materiales.
El Sistema no extiende una
mano de ayuda a la salud colectiva, pues convierte en privado el acceso a la
salud. Disminuye la autoestima del individuo haciendo que se sienta avergonzado
de no poder costearse sus consultas y medicamentos. La depresión sobreviene entonces
porque es la vida misma la que está bajo amenaza. Los enfermos sin acceso a la
salud se sienten absolutamente vulnerables, desprotegidos y la angustia y la
desesperación se apodera de ellos.
El Sistema no respeta los
derechos de los trabajadores en el centro laboral. Los sindicatos han ido
siendo desmantelados en las últimas décadas sin considerar la opinión de los
empleados. El proceso de contratación y despido se vuelve abusivo y unilateral,
dejando al individuo con una enorme incertidumbre respecto al futuro, angustia
y frustración.
El Sistema tolera la
enajenación de niños, jóvenes y adultos con “basura”televisiva y videojuegos de
extrema violencia. El individuo vive divorciado de la realidad, en su cabeza
habitan mundos imaginarios convirtiéndose en un maníaco aislado mentalmente de
la colectividad y cargado de sed de violencia.
El Sistema envuelve y
atrapa a los individuos en la vorágine del consumo para poder lucrar casi impunemente
con tarifas e intereses predatorios. Los prestamistas abusan de los ciudadanos
empobreciéndolos y destruyendo sus vidas. Mucha gente pierde sus casas y vive
asfixiada en deudas presa de la angustia, la zozobra, la desesperación y hasta
del pánico.
El Sistema abusa de la
población invadiendo subconscientes a traves de la publicidad, provocando el
consumo de alimentos de nocivos efectos
nutricionales que causan enfermedades y dolencias perfectamente evitables, pero
que van erosionando la salud física y por ende mental de la sociedad.
El Sistema insiste en mantener
absurdos conflictos en el exterior, priorizando el supuesto beneficio económico
de la guerra, sobre la salud mental y la vida de los soldados. Aquellos que
retornan del Medio Oriente no logran jamás reintegrarse plenamente a la
sociedad.
El Sistema discrimina a los
varones en busca de pareja por el aspecto físico. Muchos encuentran una enorme
frustración al ser despreciados una y otra vez. Imposibilitados de alcanzar uno
de los objetivos más importantes para lograr la realización en la vida, la
puerta mas importante hacia la felicidad esta cerrada para ellos.
Estadísticamente la mayoría de asesinos múltiples, no han podido formar una
relación y/o no han gozado de una pareja estable o permanente.
Es importante recalcar el profundo
efecto psicológico en la sociedad americana a nivel nacional como consecuencia
de un Sistema irracional e inhumano a lo largo de las últimas cuatro décadas. ¿Cómo
sabemos que se trata del Sistema? Porque los casos de asesinatos múltiples se
han presentado aleatoriamente en cualquiera de los 50 estados del territorio.
La discriminación es una
forma de violencia. El creciente desbalance de riqueza entre ricos y pobres
también es otra forma de violencia, denegar el acceso a la salud es, asimismo,
otra forma de violencia. Todos estos abusos sistemáticos disminuyen la
autoestima de la gente, produciendo frustración y resentimiento. Ante el abuso
caben dos tipos de reacciones: la depresión, la zozobra y la angustia, o el
resentimiento, el odio y la venganza. En ambos casos, la gente cae presa de la
desesperación y lleva a cabo acciones descabelladas y ciertamente trágicas.
¿Todavía nos preguntamos
por qué suceden este tipo de atentados? El egoísmo, la insensibilidad, la
discriminación, la indiferencia y la crueldad son un patrón constante en la
vida de los norteamericanos. Se trata de un Sistema que realiza una agresión permanente
hacia el individuo, un atropello sistemático de derechos y libertades que costó
mucho esfuerzo alcanzar durante el proceso histórico norteamericano. La crisis
económica y el desempleo han afectado indudablemente el número de asesinatos múltiples
en los Estados Unidos. Y es que luego de perder el empleo y la casa, lo que
viene a continuación es la descomposición familiar. Una persona que ya lo ha perdido
todo, agobiada por las circunstancias y presa de la angustia y la desesperación,
no tiene ya nada más que perder.