El lenguaje hablado y escrito y la
idiosincracia de un país están íntimamente entrelazados. El idioma es un
material infinitamente dúctil que va tomando forma según las conductas y
costumbres de la población que habita en la localidad en donde tal lengua se
habla. De igual manera, la identidad y el pensamiento colectivo de una sociedad
se mantiene a través de los siglos, y a la vez sufre su particular proceso
histórico, influenciada por el razonamiento lógico-mental construido empleando
los bloques del lenguaje.
Vocabulario, expresiones, frases,
refranes y hasta la entonación propia de cada país sobre el idioma, determinan,
entre otras características, el humor colectivo de los miembros de un país.
Escuchando a los brasileros, sin
necesidad de entender portugués, la entonación es amistosa, calmada, receptiva,
hasta jocosa. Mientras que en Medio Oriente el verbo es más áspero, rudo e
intransigente. ¿Cuál es el resultado que tal o cual entonación provoca? Por un
lado la fiesta más numerosa del planeta: el Carnaval de Río, y por el otro, regímenes
gubernamentales dictatoriales, religiones fundamentalistas, poblaciones
militarizadas y mortíferos conflictos armados en los países árabes.
Afinando la lupa en América Latina,
por ejemplo, Colombia lleva muchas décadas de conflicto. Basta observar algunos
capítulos de la serie Pablo Escobar, el Patrón del Mal, para
corrobar el hablar ágil, ameno y ocurrente del colombiano, pero a la vez atarantador,
desafiante y querellante que los ha llevado a una permanente y sangrienta guerra
civil que no tiene cuándo terminar. Colombia no tiene indígenas altoandinos de
carácter históricamente introvertido y sumiso. Los colombianos son una volátil
mezcla de españoles y tribus indígenas de zonas cálidas.
La idiosincracia del peruano es mucho
más andina. Como peruanos, el uso del diminutivo ito o ita nos
caracteriza. Denota temor a expresarse libremente y de llamar a las cosas por
su nombre, mostrando siempre un perfil bajo y complaciente. Algunos podrían
llamarla falsa cortesía, pero tal vez ésta sea la razón por la que el Perú no
transita una ruta tan ensangrentada como en el caso colombiano o venezolano.
El cómico peruano Cachay recubre de
sopapos a cuanto transeúnte se encuentra cuando recorre las calles de zonas
populares en los programas televisivos. Muy rara vez alguien se queja o se le
enfrenta. Los parroquianos simplemente encajan los lapos de manera risueña. En
Venezuela, el Inspector Rodríguez, protagoniza un sketch humorístico televisivo
en donde busca provocar a varios artistas impidiéndoles el ingreso a la
televisora. El resultado casi siempre es el mismo: los artistas terminan queriendo
despedazarlo.
Idiosincracia y lenguaje son simultáneamente
causa y consecuencia. Se trata de las dos caras de una misma moneda: la sociedad.
La manera única en que cierto país se expresa en su idioma, define el
pensamiento de sus individuos y su conducta colectiva. De igual forma, el
comportamiento de tal población va moldeando el lenguaje hasta convertirlo en
un vivo reflejo de su sentir y pensar cotidiano.