miércoles, 2 de septiembre de 2009

lucifer ahora por TV AZTECA

Como si no le bastara con que la hayan botado a patadas de Miami y de Lima, ahora “La Doctora” suma a su prontuario casi delictivo una raya más, la de haber sido expectorada de la televisión ecuatoriana. El mismísimo presidente Correa alzó la voz en contra del infame show televisivo esta semana. España, con un mejor y más efectivo filtro ético-social, realizó la brillante jugada de no permitirle el ingreso a su televisión hace ya cosa de dos años.



Ya no se pasea por los sets de televisión en el Perú, gracias a Dios, papel en mano caminando entre sus invitados. “Mi hermana se acostó con mi marido”, “Mis hijos le pegan a su abuela”, o el morboso “Mi marido me saca la mugre” desfilaban en los noventas, intocables, por América Televisión cual narcótico embrutecedeor y adictivo. Dentro de la dictadura mediática que se instaló en el Perú en los años noventa, la señora Bozzo se convirtió en inescrupulosa aliada del fuji-montesinismo, defendiendo lo indefendible del régimen totalitario y haciendo pedazos a los que intentaban generar algún tipo de justa resistencia. Este espacio era quizá el de mayor “rating”´ en la televisión peruana. En los segmentos socio - económicos D Y E, que juntos hacían el 78% de la población de Lima en ese entonces, su popularidad era abrumadora. El 90% de esta población carecía de acceso a la televisión por cable (considérese usted privilegiado) teniendo necesariamente que escoger entre canales nacionales. La clase popular, que nace, vive y muere presenciando abusos, maltratos y crímenes, devoraban por esos años cada retorcido capítulo de la doctora Laura y devolvían al mundo comportamientos similares a los que observaban por televisión. Ese es el destructivo y pestilente legado de la señora Bozzo.



La “Doctora” intenta hacernos creer, y hay bastante gente que lo cree, que la finalidad del espacio es la ventana de comunicación de la problemática social para tomar conciencia de los problemas actuales. Con el sello “Made in Perú”, exportábamos éstas miserias, las ruinas de nosotros mismos, nuestras desgracias, el lado más dramático y tercermundista del Perú, para que todo el mundo lo contemple, algunos con pena, otros con asombro, pero todos, sin excepción, con desaliento.

En suma, continúa siendo, ahora por TV Azteca de México, un programa violento y estupidizador, que no produce ningún bien al televidente, que abusa de las desgracias ajenas alimentando el morbo popular como los diarios basura. Mientras tanto la Sra. Bozzo y sus canales cómplices continúan engordando con jugosos contratos publicitarios. Ese usufructo no es de ahora, viene ya de tiempo atrás. Debemos agradecer que su incursión en la política quedó trunca y que el Comité de Etica del Colegio de Abogados de Lima revisa ya su caso para retirarle el título profesional. No es ético abusar de una población con graves problemas para criar fama, honores, contratos, dólares, viajes y de pasadita candidatear para una curul. Si los panelistas en su programa aceptan tal humillación frente a millones de televisores, es por la extrema necesidad.



Siendo racionalmente imposible refutar tan flagrantes pruebas, al ser entrevistada acalla a su entrevistador, no escucha las preguntas, contraataca, alza la voz, despotrica despidiendo sapos y culebras en cada una de sus intervenciones, donde, o se defiende de sólidas acusaciones con blandengues argumentos haciendo gala de un infinito cinismo en tono prepotente y pleitista, o enfila armamento y reparte daño con manguera de presión. Llevada por su acostumbrado irracional encono, llegó a decir hace algunos meses que le daba vergüenza ser peruana, como si no hubiera sido aquí donde empezó a amasar su mal habida fortuna y se bañó a chorros con los dólares montesinistas. Parece olvidar ahora de que fue gracias a su programa en el Perú que llegaron a conocerla internacionalmente por desgracia.



Los enormes esfuerzos y presupuestos que invierten los gobiernos latinoamericanos en luchar contra muchos de los males sociales, las reformas en educación, salud y legislación se ven socavados por el “terrorismo anti-cultural” de la Dra. Bozzo. Por un lado se busca construir, y por el otro, Laura Bozzo destruye, destapa el desagüe ofreciendo masiva y crudamente y a manos llenas, gracias a su inescrupuloso y desmedido afán de lucro, aquello que sólo podría entregar alguien de su insignificante talla moral.




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